El túmulo de Montefortini en Comeana (alrededor del 630 a. C.) es el hallazgo etrusco más importante de la zona. Fue descubierto en 1965 por cuatro jóvenes de Prato que, excavando en una colina cerca del cementerio de Comeana, en el municipio de Carmignano, comenzaron a extraer trozos de terracota y losas.

La colina artificial, de doce metros de altura, alberga dos tumbas. La más antigua, en el centro, es una tumba de tholos, donde se encontró un objeto funerario muy rico, sometido a una compleja restauración. Entre los objetos más preciados se encuentra una rara copa de cristal turquesa, una serie de platos buccheros y una extraordinaria cantidad de objetos de marfil esculpidos o grabados, como plaquetas, pequeñas figuras femeninas y masculinas, animales y elementos florales. Estos tesoros dan testimonio del poder de las familias etruscas en la zona.

Unos años después de la construcción del tholos, tras un derrumbe quizás provocado por un terremoto, se construyó la tumba de cámara rectangular adyacente, con un corredor de entrada monumental al aire libre. Al final del pasillo, un gran portal permite el acceso a la celda.

Hoy los hallazgos se conservan en el Museo Arqueológico de Artimino, que lleva el nombre de Francesco Nicosia, el arqueólogo que dirigió la campaña de excavación.

Visita el museo para sumergirte en el fascinante mundo de la antigua civilización etrusca y admira de cerca los tesoros y testimonios de un pasado milenario.