La magnífica iglesia de San Domingo: una historia turbulenta que le confiere un encanto incomparable.

Sus cimientos se colocaron en las últimas décadas del siglo XIII y, tras años de grandes esfuerzos, finalmente se completó en 1316. La fachada, tal como la podemos admirar hoy, sigue sin terminar, pero es precisamente esta imperfección la que la hace fascinante. La parte inferior muestra los típicos bicolores de alberese y serpentino, mientras que la parte superior deja al descubierto los ladrillos. A lo largo del lado izquierdo, altas ventanas cerradas con parteluces, un majestuoso portal que recuerda el estilo de Giovanni Pisano y una hilera de arcos sepulcrales, similares a los que adornan la iglesia de Santa Maria Novella en Florencia, captan la mirada de los visitantes.

Mirando la iglesia desde el exterior, la zona del ábside está dominada por un imponente campanario del siglo XIV, con dos órdenes de ventanas ojivales dobles y triples sostenidas por elegantes columnas.

Aunque el exterior mantiene un elegante aspecto gótico, el interior del edificio nos sorprende con una transformación total. Después del devastador incendio provocado por un rayo en 1647, la iglesia fue completamente reconstruida según el diseño de Baccio del Bianco. Esta tragedia provocó la destrucción de obras de arte y mobiliario de valor incalculable, provocando daños estructurales y haciendo necesaria una reelaboración arquitectónica. Los grandes ventanales góticos estaban bloqueados, envolviendo el interior en una misteriosa oscuridad. A pesar de la pérdida de muchas obras preciosas, la iglesia, con su nueva apariencia del siglo XVII, todavía brilla con arte que abarca los siglos del XIV al XVI.