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Fábrica de lana Forti en La Briglia Historia y transformaciones, de la fábrica de papel a la fundición: evolución industrial y controversias

El pueblo de La Briglia tiene raíces antiguas. Su historia comienza en la era protoindustrial, precisamente a principios del siglo XVIII, cuando en 1730 Clemente Ricci, un empresario genovés, obtuvo un contrato del Gran Duque de Toscana Gian Gastone de' Medici y compró las tierras al Sacro Cingolo de Prato para construir allí una fábrica de papel. Eligió el valle del Bisenzio por su posición estratégica y la fuerza de sus aguas.

Aproximadamente un siglo después, el sitio industrial fue transformado en una fundición de cobre por la sociedad angloflorentina, en la que también estaban Gaetano Magnolfi, los Hall, los Kleiber, los Sloane e Iginio Coppi, que realizaron varios cambios todavía visibles hoy, como la construcción de la característica chimenea cuadrangular y la transformación de un palomar en torre del reloj que domina el lugar y marca las horas de trabajo. En torno a esta industria en particular estalló una controversia ecológica entre industriales y agricultores, estos últimos preocupados por las posibles consecuencias de la contaminación provocada por la fundición.

En 1882 el empresario Beniamino Forti compró todo el complejo y creó una gran fábrica de lana de ciclo completo. En su interior había almacenes para la clasificación de trapos, una zona dedicada a los trapos, la sala de teñido, espacios de trabajo para zurcido, tejido, urdido, acabado y la zona de preparación de mercancías. El tamaño de la planta requirió un gran número de trabajadores: durante el período de máximo esplendor se alcanzaron alrededor de 1.500 empleados, contando las tres ubicaciones de la fábrica de lana (L'Isola, La Briglia y Casarsa de Prato). En consecuencia, el pueblo alrededor de la fábrica se amplió, lo que provocó una verdadera revolución social y urbana para el pequeño pueblo del valle del Bisenzio.

La comunidad que se formó contaba con todo lo necesario para una buena calidad de vida: vivienda, una guardería, colegios, un punto de primeros auxilios gestionado por la Asistencia Pública y un cuerpo de bomberos. Además, el pueblo se dotó de un elemento que prestigiaba al pueblo y a sus habitantes: los baños públicos. En relación con el agua y su ciclo, existían lavaderos y fuentes públicas, cada una con un "cuidador" para evitar el desperdicio. Además, para actividades recreativas, existía un teatro y un club de mandolina.

Sin embargo, el industrial Forti se vio obligado a abandonar su fábrica debido a las leyes raciales, ya que era de origen judío. En ese momento asumió el mando un hombre de confianza del régimen fascista, pero no pudo gestionar adecuadamente la empresa. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1954, la fábrica de lana cerró sus puertas tras un doloroso conflicto sindical.

Hoy en día, los edificios industriales del antiguo pueblo industrial están fragmentados en diferentes propiedades y la ciudad es objeto de un proyecto progresivo de recuperación y valorización por parte del Ayuntamiento de Vaiano.

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