La historia de esta estructura, central en la historia empresarial de la ciudad, comienza a principios del siglo XX, cuando Guido Lucchesi fundó su empresa textil en Via Carradori. Con el paso del tiempo y el crecimiento del negocio, la fábrica de lana se transformó de una simple fábrica de telas a una fábrica de ciclo completo, con todos los departamentos de producción. Al darse cuenta de la necesidad de un espacio más grande para continuar su negocio, compró un terreno al Ayuntamiento, que se extendía hasta el bastión de San Giusto, adyacente a las antiguas murallas. En este lugar, frente a los mataderos del siglo XIX, se construyó un edificio de ladrillo con una doble hilera de ventanas que se fueron ampliando con el tiempo. Aunque la apariencia de la estructura es unitaria, en realidad está formada por varios almacenes dispuestos principalmente en filas adyacentes a los muros.

Entre guerras, la industria prosperó, hasta tal punto que en el censo de 1937 el edificio fue descrito como una fábrica para tejer, clasificar trapos, cardar, hilar, lavar y secar lana. Un año después, la fábrica alcanzó su máximo desarrollo, con alrededor de 500 empleados.

Actualmente los edificios pertenecen a diferentes propietarios: la parte que da a Piazza dei Macelli, una parte ha sido abandonada, mientras que en la parte occidental se encuentra la farmacia del antiguo hospital.

En cuanto a la sede original en via Carradori, todavía alberga la fábrica de lana Marco Lucchesi – Vivere in Tessuto, dirigida por la tercera generación de la misma familia Lucchesi que la fundó.

Con las murallas del siglo XIV como telón de fondo, una antigua puerta de la ciudad redescubierta y visible por primera vez, las evocadoras cerchas de madera y las columnas de hierro fundido del siglo XIX que sostienen una estructura muy moderna destinada a albergar el archivo muestra, el molino de lana representa un puente ideal entre el pasado y el presente de la industria textil en Prato.